Archivo mensual: noviembre 2013

NECESIDADES DE AGUA

NECESIDADES DE AGUA. APUNTES DEL LIBRO «NUTRICIÓN Y SALUD» DEL PROFESOR GRANDE COVIÁN. PAGINAS 153,154,155. DEP. LEGAL B.44199-1998

Muchas obras de nutrición no se ocupan de las necesidades de agua; pero algunos sistemas dietéticos proponen una reducción en el consumo de agua, que puede tener graves consecuencias para quienes la practican. Por ello creo conveniente incluir algunos datos acerca de las necesidades de agua de nuestro organismo.

El agua es el componente más abundante de los seres vivos. El cuerpo de un hombre normal contiene un 61 a 62 por 100 de agua. Un hombre de 70 Kg. contiene, por tanto, unos 43 Kg. de agua. De ellos unos 27 se encuentran en el interior de las células y unos 16 en el medio extracelular.

La privación de agua y alimentos conduce a la muerte en un plazo de unas dos semanas, mientras que la privación de alimentos, sin limitación de agua de bebida, es tolerada durante ocho a diez semanas.

El contenido acuoso del cuerpo humano se mantiene prácticamente constante merced al equilibrio entre los ingresos y las pérdidas de agua. Los ingresos diarios de agua de un hombre normal que consume una dieta mixta, vive en un clima templado y realiza actividad física moderada, pueden cifrarse en unos 2,6 litros diarios. De ellos 1,3 litros proceden de la bebida, un litro aproximadamente del agua contenida en los alimentos y 0,3 litros corresponden al agua formada por la oxidación de los alimentos en el organismo. Las pérdidas de agua de esta persona, suponiendo que se encuentre en equilibrio acuoso, serán otros 2,6 litros, repartidos entre orina (1,4 litros), evaporación por la piel y pulmón (1 litro) y pérdida fecal (0,2 litros). Nótese que lo que hemos llamado pérdida por evaporación no incluye el sudor, que se supone no se ha producido en este ejemplo.

La sensación de sed determina la ingestión de agua y, dentro de un amplio margen, los cambios en el volumen de agua ingerido se acompañan de cambios correspondientes en el volumen de orina.

Pero este simple ajuste puede ser ineficaz en algunas situaciones. Cuando personas que viven habitualmente en climas templados son trasladadas a zonas cálidas, la pérdida de agua por el sudor puede causar un aumento de las necesidades de agua que el sujeto no es capaz de satisfacer espontáneamente. Se produce así la situación que llamamos «deshidratación voluntaria», porque el sujeto, a pesar de disponer de bebida ilimitada, no siente la necesidad de aumentar el consumo de la misma. Esta situación da lugar a un deterioro de la capacidad física, bien estudiado por los fisiólogos ingleses en las tropas trasladadas desde la Gran Bretaña a ciertos lugares cálidos del globo, durante la última Guerra Mundial.

Por otro lado, es preciso tener en cuenta que la capacidad de concentración del riñón tiene un límite; lo que quiere decir que el volumen urinario está determinado por la cantidad de sustancias que deben ser eliminadas por la orina. Una persona que consume diariamente 100 g. de proteínas y 10 g. de sal, como parte de su dieta habitual, está forzada a producir unos 800 ó 900 ml. diarios de orina, a fin de eliminar satisfactoriamente los productos que deben ser eliminados por la orina. Si esta persona, siguiendo los preceptos erróneos de algunos de los regímenes dietéticos preconizados en la actualidad, reduce el consumo de agua corre el peligro de producir un volumen de orina insuficiente para la eliminación de los productos que deben ser eliminados, poniendo en peligro la capacidad funcional del riñón.

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